EL REDENTOR
Es ciertamente imposible decir o explicar la razón de
por qué esa mujer escapó de mis manos, porque ya la tenía cercada. Su condición
de migrante no impedía que le asedie y en más de una ocasión, evitó mis
lances. La tierra en escombros ayudaba a
que ella escapara, pero yo seguía sus huellas. Me pagaban cinco panes por la
cabeza de una mujer, y estaba hambriento. Hay un hombre aquí que recibe órdenes
de otro, mayor, el cual daba ese pago. Yo se lo agradezco. Ya a unas veinte
abre dado muerte y si debo darle más, lo haré. Solo importa el seguir vivo.
El calor es cada vez más fuerte y de los cinco panes
debo dar dos a cambio de un poco de agua bebible. No me importa que el REDENTOR
odie a las mujeres y las quiera matar a todas. Solo quiero sobrevivir, y
vérmelas como pueda. La ciudad de Jerusalén, dicen que, esta de aquí, a mucha
distancia. Pero no pierdo la esperanza de llegar a ella; porque me dijo mi
abuelo, que allí, como sea y como pueda, allí debía llegar. En ese lugar, me
dijo, estaré a salvo. En Jerusalén, si, la nueva ciudad; allí algún día, he de
llegar.
Pero antes y poco a poco, en migración, debo avanzar
lentamente en tanto sobrevivo a esta debacle; no hay alimentos; la semilla
brota a destiempo o no brota; hay un REDENTOR que lo maneja todo ahora en EL
CENTRO; y ya no hay límites, ni fronteras ni países.
No hay comunicadores, ni televisión, ni computadoras.
La energía eléctrica, la poca, solo son para los ARMADOS y sus cuarteles. A
nosotros, nos toca la oscuridad, el frio y el hambre.
En tanto, sigo a la mujer para poder matarle y así
recibir mis cinco panes, recuerdo que mi abuelo me hablaba de cómo cambió el
clima de pronto en sus tiempos. Como ya era inevitable las consecuencias y ese
no se detenía; se planeó, dice, concertar o crear un conflicto entre los países
para provocar una guerra y diezmar a la población; se ideó inocular además
virus en las vacunas a las niñas, sobretodo del tercer mundo, para que conciban
hijos enfermizos; se planeó en lo posible procrear la posible vida en otros
planetas, pero aun ese proyecto era inconcluso. Y se pensó hacer de todo, menos
dejar de querer detener los comercios; detener las fabricas; la creación de
celulares, de artefactos vanos. Y pensaron mitigar ello con una cultura
ecológica de una población que tampoco pudo dejar de consumir… El resultado: un
ruido de pronto en el cielo, como una trompeta, seguido de un terremoto que
duró mucho tiempo; y es que, si no hacía nada el hombre, el planeta lo haría,
pero el precio sería duro para él, eso decía mi abuelo. Recuerdo que él me
hablaba de celulares y computadoras, y máquinas y esos líquidos para hacer
andar los carros…. Nada funcionó, como dice el abuelo, fue inútil. Y no nos
salvaremos. El hombre morirá por su propia mano; y también por la mano de otros
seres que me han contado, han empezado a salir desde las profundidades; unos
seres bestiales, verdes, eso me comentaron. Ya Sudamérica, como dicen, está
plagado de ellos; no hay humanos ya ahí. Los han devorado…. Ese REDENTOR,
infernal e inhumano, hizo detonar el centro de la tierra en una locura suya
imperdonable y abrió sin querer, con él, un puente a estos malditos que nos
apresuran ahora a llegar cuanto antes a la ciudad nueva, a Jerusalén, como dice
mi abuelo.
Todo ha salido mal, todo. Y nos estamos extinguiendo.
La mujer en tanto, cansada de huir, y queriendo defenderse con una piedra,
quiere hacerme frente. Pero yo, desesperado, solo quiero comer y sobrevivir
hasta llegar a la ciudad a la cual no pudo llegar mi abuelo.
Le destapé el cráneo de un golpe con mi mazo y en
seguida, aún viva y moviéndose, con una lata vieja de aceite que halle, le
cercené la cabeza y se lo llevé al alcalde, por el cual, me dieron, como os
dije, cinco panes….
La noche cae brumosa otra vez, y hay de las mujeres
para este tiempo…. Cada vez hay menos de ellas…. Y también hay menos
nacimientos. Ladran los perros y un temblor de nuevo remece el suelo. El
sacudir me hace caer los panes a una grieta. Nos los puedo sacar. Y la
aparición de una niña con su madre más allá, me dan la esperanza de poder
conseguir esta vez hasta diez panes por ellas.
“Debo sobrevivir, debo…
…Jerusalén, Jerusalén…”
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